Se cumplen hoy cinco años de la muerte de Satoshi Kon, el
24 de agosto del 2010 el director y guionista japonés fallecía a causa de un
cáncer de páncreas a los 46 años de edad.
Por desgracia por aquel entonces aún no conocía sus
trabajos, así que no pude rendirle homenaje en su momento como me hubiera
gustado, pero hoy es el aniversario de su muerte, y espero poder dedicarle lo
que no pude entonces.
Le he dado muchas vueltas a este texto, no tenía claro que
era lo más adecuando, lo que le haría justicia. Quiero hacerle un pequeño
homenaje, pero también quiero darlo conocer a aquellos que aún no hayan visto
sus obras. Así que voy a ponerme e intentaré hacer algo que esté a la altura.
Satoshi Kon empezó su carrera en el anime con el director
Katsuhiro Otomo.
Una de sus primeras colaboraciones fue en 1991 con World Apartment Horror, una película de acción real sobre
unos yakuza que intentan desalojar un edificio habitado por fantasmas. Más
tarde el propio Kon se encargaría de llevar esta historia al manga en tres
relatos cortos, dos de ellos recopilados en el tomo Historias Cortas de Satoshi Kon editado por Planeta.
En 1996 Kon y Otomo volvieron a trabajar juntos en Memories, un proyecto compuesto por tres
mediometrajes: Magnetic Rose, Stink Bomb y Cannon Fodder.
Satoshi Kon fue el encargado del guión de la primera
historia, Magnetic Rose, dirigida por
Koji Morimoto, mientras que Otomo se hizo cargo del guión de Stink Bomb y la dirección de Cannon Fodder.
Magnetic Rose es
una historia de ciencia ficción sobre una nave espacial que acude a una señal
de socorro procedente de una estación en ruinas.
Es una historia corta y sencilla, así que voy a ser
breve porque no quiero revelar nada, Simplemente diré que en esta historia ya
se pueden apreciar los detalles que caracterizan el estilo de Satoshi Kon, y
que la mezcla entre fantasmas, romanticismo y ciencia ficción funciona muy
bien.
Basada en la novela homónima de Yoshikazu
Takeuchi cuenta la historia de Mima, una idol
japonesa que decide dejar atrás su carrera como cantante y pasar al mundo del
cine y la televisión. La crueldad del mundo del espectáculo y el acoso de los
fans empezará a difuminar la frontera entre lo real y lo imaginario.
Darren Aronofsky se inspiró en Perfect Blue para su película Cisne
Negro (2010), aunque esto no está reconocido oficialmente.
Lo más sorprendente de Perfect Blue es cómo consigue confundir al espectador para que dude
de qué es real y qué es producto de la imaginación de Mima.
Hoy en día no es raro que una película juegue al
despiste, pero la mayoría de ellas terminan buscando la sorpresa fácil y
engañando al público, sacrificando con ello su credibilidad.
Satoshi Kon sabe controlar muy bien los momentos de
delirio de Mima y combinarlos con la realidad; no maneja las situaciones por
separado sino que las une y deja que fluyan como una sola. De esta forma hasta
la escena más cotidiana y realista puede terminar siendo una alucinación, la
transición de real a irreal es suave, muy natural, enlaza un momento con otro
logrando un dinamismo difícil de conseguir en el cine convencional.
Gracias a eso mantiene la integridad de la historia y
no necesita recurrir a trucos para lograr el interés del público.
En 2001 Satoshi Kon dirigió Millennium Actress, la cual
nos cuenta cómo el director Genya Tachibana rueda un documental sobre Chiyoko
Fujiwara, una actriz retirada. Mientras ella rememora sus años de juventud, sus
recuerdos se mezclan con escenas de las películas que ha protagonizado.
Kon mantiene su estilo y vuelve a mezclar realidad y
ficción, aunque en esta ocasión de forma más sencilla y fácil de seguir que en
sus anteriores trabajos.
Aunque eso no impide que Milennium Actress tenga
momentos de puro delirio, especialmente en las que el director del documental
se introduce en los recuerdos de Chiyoko y los “vive” mientas ella los relata,
son momentos realmente hilarantes porque tanto Tachibana como el cámara están
caracterizados según la escena y este último incluso se da cuenta de lo
imposible de la situación.
La forma de desarrollar la historia también es digna de
mención. Al mezclar la vida de Chiyoko con sus películas logra un efecto dramático
en escenas que de otra forma podrían resultar triviales.
La serie es corta, tanto en capítulos como en duración,
pero la cantidad y variedad de temas que trata resulta abrumadora. La presión a
la que se ven sometidos los estudiantes, el suicidio (un tema delicado en
Japón), la huida de la realidad, la deshumanización a la que se puede llegar
buscando el éxito o los trastornos de personalidad entre otros. Son temas
difíciles de tratar en profundidad, sobre todo teniendo en cuenta la duración
de los capítulos, es aquí donde se nota la mano del autor; cuando reduce la
historia a la esencia y las explicaciones al mínimo, dejando que sea el espectador
el que aprecie la profundidad.
Pero no todo son metáforas y ficción. En la escueta
filmografía de Satoshi Kon también hay espacio para historias más sencillas
como la de Tokyo Godfathers (2003), un cuento de Navidad clásico sobre tres
vagabundos que se encuentran un bebé abandonado en plena nochebuena.
Los protagonistas son un alcohólico, un travesti y una
adolescente que se ha escapado de casa, cada uno con sus propios problemas
personales, deberán dejarlos de lado para encargarse del pequeño.
Los personajes de Tokyo Godfathers, tanto los tres
protagonistas como los secundarios, son gente que no ha tenido suerte en la
vida, gente con problemas que sigue adelante como puede. En estas
circunstancias la aparición del bebé se convierte en una oportunidad de hacer
algo bien, una oportunidad de hacer algo positivo con sus vidas, todo ello
tratado con ese tono tragicómico que tienen tantas historias de Kon.
El resulado es una historia muy humana, en la que resulta
fácil conectar con sus protagonistas gracias a que los personajes están muy
bien definidos, cada uno tiene su historia y sus propios problemas y ver a esas
tres personas dejando de lado sus dificultades y sacrificar lo poco que tienen
para encargarse del bebé resulta muy emotivo.
En el 2004 llegó el que considero su mejor trabajo, Paranoia Agent.
Una serie de trece capítulos de 24 minutos cada uno que
trata diversos problemas sociales y psicológicos del Japón actual.
La historia gira en torno al chico del bate, un niño con
patines que va atacando a la gente aparentemente al azar, “liberándolos” de sus
problemas. Los capítulos suele protagonizarlos un personaje distinto cada vez,
contando sus problemas personales y cómo se encuentra al final con el atacante.
Hay dos buenos ejemplos de esto que también sirven para
explicar un poco cómo es la serie.
Primero el capítulo 11.
Aquí conocemos a la mujer del policía que llevó el caso
del chico del bate. Es una mujer de salud frágil, que cuando llega a casa
después de una visita al médico se encuentra con el chico del bate esperándola.
A diferencia de las anteriores victimas la mujer le hace
frente, incluso le reprocha sus actos y le demuestra que el ser humano tiene la
capacidad de superar sus problemas y seguir adelante a pesar de todo, y que el
chico del bate en realidad no soluciona nada, que solo es una forma de escapar
de la realidad.
La mujer empieza a contar su historia, la historia de
cómo superó sus problemas de salud, cómo conoció a su marido y juntos superaron
el no poder tener hijos, cómo lograron construir un hogar y apoyarse el uno al
otro incondicionalmente, y cómo todo se vino abajo cuando su marido fue despedido
de la policía por culpa del chico del bate, pero aún así consiguieron salir
adelante, su marido encontró otro trabajo, y ella continúa dándole todo su
apoyo porque sabe los sacrificios que tiene que hacer por ella.
Todo esto mientras el chico del bate se vuelve cada vez
más fuerte y violento, incluso está a punto de golpearla en más de una ocasión,
pero la actitud firme de la mujer y su deseo de vivir se lo impiden.
En este capítulo se entiende perfectamente la metáfora del
chico del bate, y todo a través de la composición del escenario y las palabras
de la mujer del policía. Son 24 minutos que definen muy bien lo que es la
serie.
Y luego está el capítulo 8, los planes de la familia
feliz.
Este capítulo se podría considerar totalmente independiente,
la aparición del chico del bate es lo único que lo relaciona con el resto de la
serie.
Aquí tenemos tres protagonistas, un hombre mayor, un
chico joven y una niña que se conocen en un chat de suicidas y quedan para
conocerse en persona y cumplir juntos su propósito.
La historia que nos cuenta es realmente escalofriante,
pero está tratada con mucha sensibilidad, su dramatismo queda suavizado gracias
a un ligero toque humorístico que ayuda a pasar ciertos momentos que de otra
forma serían difíciles de ver, sobre todo los últimos minutos donde se desvela
la terrible verdad a través de los ojos de uno de los protagonistas.
Lo que me encanta de este capítulo es cómo nos cuenta
todo sin palabras. En ningún momento se explica qué es lo que los ha llevado a
tomar esa drástica decisión ni por qué, pero hay algunas pistas integradas en
las escenas que nos dan una idea bastante clara de los motivos.
Un ejemplo es una escena en la que el chico está mirando
con tristeza una foto en la que se le ve con otro joven; el plano dura unos
segundos y en ningún momento dicen nada acerca de la foto, pero ese simple
detalle nos sugiere la homosexualidad del personaje y su pareja como origen de
sus problemas.
Es un caso claro de menos es más, al limitarse a sugerir
deja todo al criterio del espectador. Una explicación clara requeriría más
información y profundidad a la hora de contarla, necesitaría una justificación
creíble para explicar el comportamiento del personaje. La información a través
de detalles amplía el abanico de posibilidades sin que sea necesario explicar
ninguna de ellas.
Son solo dos ejemplos de los muchos que podemos encontrar
en la serie.
Paprika Detective de
sueños (2006) es probablemente su película más conocida. Está basada en una
novela de Yasutaka Tsutsui y trata sobre unos científicos que crean un
dispositivo que permite entrar en los sueños de las personas incluso cuando
están despiertas.
Christopher Nolan se inspiró en ella para el guión de Origen.
Paprika es seguramente la película en la que más
justificada está la fantasía onírica de Satoshi Kon; el argumento que gira en
torno a los sueños es la excusa perfecta para que Kon dé rienda suelta a su
imaginación y nos ofrezca escenas de tan extraordinarias como el desfile o la
intro.
Sobre la intro no puedo evitar mencionar un detalle que
me gustó.
El plano en el que Paprika sale de la pantalla de
ordenador y arropa a un hombre que se ha quedado dormido trabajando.
Es un momento sencillo y precioso, sobre todo por un
detalle fácil de pasar por alto; y es que en ese momento Paprika cambia de
vestuario y lleva un vestido blanco igual que la mujer que hay en la foto de la
pared del escritorio, la cual podríamos suponer que es la novia o la mujer del
hombre que está dormido.
Como digo es algo muy sencillo, dura solo unos segundos
pero tiene una riqueza de matices que me encanta.
Es una de las mejores intros que he visto, y no solo
porque es buena sino también porque cumple perfectamente su función que es
introducirnos en el mundo creado por Satoshi Kon, enseñarnos cómo funciona y
prepararnos el cuerpo para lo que estamos a punto de ver.
Tengo que ser honesto, la historia de Paprika es probablemente
la más difícil, especialmente el final, que llega a unos niveles de caos y
confusión que a algunos les puede antojar excesivos, aunque no significa que
sea menos disfrutable. No quiero que esto desanime a nadie, Satoshi Kon es como
David Lynch, lo importante no es entenderlo sino disfrutar con el espectáculo
audiovisual que nos ofrece.
Lo siguiente de Satoshi Kon fue Ohayo (2008), un corto de un
minuto que formó parte del recopilatorio de cortometrajes creados por
reconocidos directores de anime.
He visto casi todos y personalmente Ohayo me pareció el
mejor con diferencia.
Los cortos tenían la condición de que no debían durar más de
un minuto, es por eso que algunos son demasiado simples o dan la sensación de
estar incompletos al intentar abarcar demasiado.
Satoshi Kon ni siquiera cogió una historia o una idea, cogió
una situación, extremadamente sencilla además, y la desarrolló llevándola a su
propio terreno, dándole su toque de fantasía e incluso un sacándonos una ligera
sonrisa al final.
En Mayo del 2010
a Satoshi Kon se le diagnosticó cáncer de páncreas
terminal, le dieron seis meses de vida.
Kon dedicó el tiempo que le quedaba a poner en orden su vida
y asegurar el futuro de su esposa; intentó también terminar su último trabajo, The Dream Machine, pero el avanzado
estado de su enfermedad se lo impidió.
Actualmente la película está en manos del estudio Mappa, su
estreno está previsto para el 2020.
Satoshi Kon falleció el 24 de Agosto del 2010 en su casa de
Tokyo, su mujer publicó en su blog una carta de despedida que había dejado para
sus fans y conocidos.
Una enorme pérdida para el anime y el cine en general, se
nos fue un hombre de una sensibilidad y talento extraordinarios. Solo espero
que este pequeño homenaje haya servido para acercarlo un poco al público que
aún no lo conocía y como una forma de darle las gracias.
Gracias por sus historias tan humanas, por sus personajes
tan entrañables, por su humor, por su imaginación, por la belleza de sus imágenes,
y sobre todo por compartirlo con nosotros.
Gracias por todo maestro.
Y hasta siempre.
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