domingo, 23 de agosto de 2015

Se cumplen cinco años de la muerte de Satoshi Kon




Se cumplen hoy cinco años de la muerte de Satoshi Kon, el 24 de agosto del 2010 el director y guionista japonés fallecía a causa de un cáncer de páncreas a los 46 años de edad.
Por desgracia por aquel entonces aún no conocía sus trabajos, así que no pude rendirle homenaje en su momento como me hubiera gustado, pero hoy es el aniversario de su muerte, y espero poder dedicarle lo que no pude entonces.
Le he dado muchas vueltas a este texto, no tenía claro que era lo más adecuando, lo que le haría justicia. Quiero hacerle un pequeño homenaje, pero también quiero darlo conocer a aquellos que aún no hayan visto sus obras. Así que voy a ponerme e intentaré hacer algo que esté a la altura.

Satoshi Kon empezó su carrera en el anime con el director Katsuhiro Otomo.
Una de sus primeras colaboraciones fue en 1991 con World Apartment  Horror, una película de acción real sobre unos yakuza que intentan desalojar un edificio habitado por fantasmas. Más tarde el propio Kon se encargaría de llevar esta historia al manga en tres relatos cortos, dos de ellos recopilados en el tomo Historias Cortas de Satoshi Kon editado por Planeta.
En 1996 Kon y Otomo volvieron a trabajar juntos en Memories, un proyecto compuesto por tres mediometrajes: Magnetic Rose, Stink Bomb y Cannon Fodder.
Satoshi Kon fue el encargado del guión de la primera historia, Magnetic Rose, dirigida por Koji Morimoto, mientras que Otomo se hizo cargo del guión de Stink Bomb y la dirección de Cannon Fodder.
Magnetic Rose es una historia de ciencia ficción sobre una nave espacial que acude a una señal de socorro procedente de una estación en ruinas.
Es una historia corta y sencilla, así que voy a ser breve porque no quiero revelar nada, Simplemente diré que en esta historia ya se pueden apreciar los detalles que caracterizan el estilo de Satoshi Kon, y que la mezcla entre fantasmas, romanticismo y ciencia ficción funciona muy bien.


Un año después Kon dio el salto a la dirección con Perfect Blue.          
Basada en la novela homónima de Yoshikazu Takeuchi cuenta la historia de Mima, una idol japonesa que decide dejar atrás su carrera como cantante y pasar al mundo del cine y la televisión. La crueldad del mundo del espectáculo y el acoso de los fans empezará a difuminar la frontera entre lo real y lo imaginario.
Darren Aronofsky se inspiró en Perfect Blue para su película Cisne Negro (2010), aunque esto no está reconocido oficialmente.

Lo más sorprendente de Perfect Blue es cómo consigue confundir al espectador para que dude de qué es real y qué es producto de la imaginación de Mima.
Hoy en día no es raro que una película juegue al despiste, pero la mayoría de ellas terminan buscando la sorpresa fácil y engañando al público, sacrificando con ello su credibilidad.
Satoshi Kon sabe controlar muy bien los momentos de delirio de Mima y combinarlos con la realidad; no maneja las situaciones por separado sino que las une y deja que fluyan como una sola. De esta forma hasta la escena más cotidiana y realista puede terminar siendo una alucinación, la transición de real a irreal es suave, muy natural, enlaza un momento con otro logrando un dinamismo difícil de conseguir en el cine convencional.
Gracias a eso mantiene la integridad de la historia y no necesita recurrir a trucos para lograr el interés del público.

En 2001 Satoshi Kon dirigió Millennium Actress, la cual nos cuenta cómo el director Genya Tachibana rueda un documental sobre Chiyoko Fujiwara, una actriz retirada. Mientras ella rememora sus años de juventud, sus recuerdos se mezclan con escenas de las películas que ha protagonizado.
Kon mantiene su estilo y vuelve a mezclar realidad y ficción, aunque en esta ocasión de forma más sencilla y fácil de seguir que en sus anteriores trabajos.
Aunque eso no impide que Milennium Actress tenga momentos de puro delirio, especialmente en las que el director del documental se introduce en los recuerdos de Chiyoko y los “vive” mientas ella los relata, son momentos realmente hilarantes porque tanto Tachibana como el cámara están caracterizados según la escena y este último incluso se da cuenta de lo imposible de la situación.
La forma de desarrollar la historia también es digna de mención. Al mezclar la vida de Chiyoko con sus películas logra un efecto dramático en escenas que de otra forma podrían resultar triviales.


Pero no todo son metáforas y ficción. En la escueta filmografía de Satoshi Kon también hay espacio para historias más sencillas como la de Tokyo Godfathers (2003), un cuento de Navidad clásico sobre tres vagabundos que se encuentran un bebé abandonado en plena nochebuena.
Los protagonistas son un alcohólico, un travesti y una adolescente que se ha escapado de casa, cada uno con sus propios problemas personales, deberán dejarlos de lado para encargarse del pequeño.

Los personajes de Tokyo Godfathers, tanto los tres protagonistas como los secundarios, son gente que no ha tenido suerte en la vida, gente con problemas que sigue adelante como puede. En estas circunstancias la aparición del bebé se convierte en una oportunidad de hacer algo bien, una oportunidad de hacer algo positivo con sus vidas, todo ello tratado con ese tono tragicómico que tienen tantas historias de Kon.
El resulado es una historia muy humana, en la que resulta fácil conectar con sus protagonistas gracias a que los personajes están muy bien definidos, cada uno tiene su historia y sus propios problemas y ver a esas tres personas dejando de lado sus dificultades y sacrificar lo poco que tienen para encargarse del bebé resulta muy emotivo.



En el 2004 llegó el que considero su mejor trabajo, Paranoia Agent.
Una serie de trece capítulos de 24 minutos cada uno que trata diversos problemas sociales y psicológicos del Japón actual.
La historia gira en torno al chico del bate, un niño con patines que va atacando a la gente aparentemente al azar, “liberándolos” de sus problemas. Los capítulos suele protagonizarlos un personaje distinto cada vez, contando sus problemas personales y cómo se encuentra al final con el atacante.
 La serie es corta, tanto en capítulos como en duración, pero la cantidad y variedad de temas que trata resulta abrumadora. La presión a la que se ven sometidos los estudiantes, el suicidio (un tema delicado en Japón), la huida de la realidad, la deshumanización a la que se puede llegar buscando el éxito o los trastornos de personalidad entre otros. Son temas difíciles de tratar en profundidad, sobre todo teniendo en cuenta la duración de los capítulos, es aquí donde se nota la mano del autor; cuando reduce la historia a la esencia y las explicaciones al mínimo, dejando que sea el espectador el que aprecie la profundidad.

Hay dos buenos ejemplos de esto que también sirven para explicar un poco cómo es la serie.

Primero el capítulo 11.
Aquí conocemos a la mujer del policía que llevó el caso del chico del bate. Es una mujer de salud frágil, que cuando llega a casa después de una visita al médico se encuentra con el chico del bate esperándola.

A diferencia de las anteriores victimas la mujer le hace frente, incluso le reprocha sus actos y le demuestra que el ser humano tiene la capacidad de superar sus problemas y seguir adelante a pesar de todo, y que el chico del bate en realidad no soluciona nada, que solo es una forma de escapar de la realidad.
La mujer empieza a contar su historia, la historia de cómo superó sus problemas de salud, cómo conoció a su marido y juntos superaron el no poder tener hijos, cómo lograron construir un hogar y apoyarse el uno al otro incondicionalmente, y cómo todo se vino abajo cuando su marido fue despedido de la policía por culpa del chico del bate, pero aún así consiguieron salir adelante, su marido encontró otro trabajo, y ella continúa dándole todo su apoyo porque sabe los sacrificios que tiene que hacer por ella.
Todo esto mientras el chico del bate se vuelve cada vez más fuerte y violento, incluso está a punto de golpearla en más de una ocasión, pero la actitud firme de la mujer y su deseo de vivir se lo impiden.


En este capítulo se entiende perfectamente la metáfora del chico del bate, y todo a través de la composición del escenario y las palabras de la mujer del policía. Son 24 minutos que definen muy bien lo que es la serie.


Y luego está el capítulo 8, los planes de la familia feliz.
Este capítulo se podría considerar totalmente independiente, la aparición del chico del bate es lo único que lo relaciona con el resto de la serie.
Aquí tenemos tres protagonistas, un hombre mayor, un chico joven y una niña que se conocen en un chat de suicidas y quedan para conocerse en persona y cumplir juntos su propósito.
La historia que nos cuenta es realmente escalofriante, pero está tratada con mucha sensibilidad, su dramatismo queda suavizado gracias a un ligero toque humorístico que ayuda a pasar ciertos momentos que de otra forma serían difíciles de ver, sobre todo los últimos minutos donde se desvela la terrible verdad a través de los ojos de uno de los protagonistas.
Lo que me encanta de este capítulo es cómo nos cuenta todo sin palabras. En ningún momento se explica qué es lo que los ha llevado a tomar esa drástica decisión ni por qué, pero hay algunas pistas integradas en las escenas que nos dan una idea bastante clara de los motivos.
Un ejemplo es una escena en la que el chico está mirando con tristeza una foto en la que se le ve con otro joven; el plano dura unos segundos y en ningún momento dicen nada acerca de la foto, pero ese simple detalle nos sugiere la homosexualidad del personaje y su pareja como origen de sus problemas.
Es un caso claro de menos es más, al limitarse a sugerir deja todo al criterio del espectador. Una explicación clara requeriría más información y profundidad a la hora de contarla, necesitaría una justificación creíble para explicar el comportamiento del personaje. La información a través de detalles amplía el abanico de posibilidades sin que sea necesario explicar ninguna de ellas.


Son solo dos ejemplos de los muchos que podemos encontrar en la serie.

Paprika Detective de sueños (2006) es probablemente su película más conocida. Está basada en una novela de Yasutaka Tsutsui y trata sobre unos científicos que crean un dispositivo que permite entrar en los sueños de las personas incluso cuando están despiertas.
Christopher Nolan se inspiró en ella para el guión de Origen.
Paprika es seguramente la película en la que más justificada está la fantasía onírica de Satoshi Kon; el argumento que gira en torno a los sueños es la excusa perfecta para que Kon dé rienda suelta a su imaginación y nos ofrezca escenas de tan extraordinarias como el desfile o la intro.

Sobre la intro no puedo evitar mencionar un detalle que me gustó.
El plano en el que Paprika sale de la pantalla de ordenador y arropa a un hombre que se ha quedado dormido trabajando.
Es un momento sencillo y precioso, sobre todo por un detalle fácil de pasar por alto; y es que en ese momento Paprika cambia de vestuario y lleva un vestido blanco igual que la mujer que hay en la foto de la pared del escritorio, la cual podríamos suponer que es la novia o la mujer del hombre que está dormido.
Como digo es algo muy sencillo, dura solo unos segundos pero tiene una riqueza de matices que me encanta.

Es una de las mejores intros que he visto, y no solo porque es buena sino también porque cumple perfectamente su función que es introducirnos en el mundo creado por Satoshi Kon, enseñarnos cómo funciona y prepararnos el cuerpo para lo que estamos a punto de ver.

Tengo que ser honesto, la historia de Paprika es probablemente la más difícil, especialmente el final, que llega a unos niveles de caos y confusión que a algunos les puede antojar excesivos, aunque no significa que sea menos disfrutable. No quiero que esto desanime a nadie, Satoshi Kon es como David Lynch, lo importante no es entenderlo sino disfrutar con el espectáculo audiovisual que nos ofrece.


Lo siguiente de Satoshi Kon fue Ohayo (2008), un corto de un minuto que formó parte del recopilatorio de cortometrajes creados por reconocidos directores de anime.
He visto casi todos y personalmente Ohayo me pareció el mejor con diferencia.
Los cortos tenían la condición de que no debían durar más de un minuto, es por eso que algunos son demasiado simples o dan la sensación de estar incompletos al intentar abarcar demasiado.
Satoshi Kon ni siquiera cogió una historia o una idea, cogió una situación, extremadamente sencilla además, y la desarrolló llevándola a su propio terreno, dándole su toque de fantasía e incluso un sacándonos una ligera sonrisa al final.


En Mayo del 2010 a Satoshi Kon se le diagnosticó cáncer de páncreas terminal, le dieron seis meses de vida.
Kon dedicó el tiempo que le quedaba a poner en orden su vida y asegurar el futuro de su esposa; intentó también terminar su último trabajo, The Dream Machine, pero el avanzado estado de su enfermedad se lo impidió.
Actualmente la película está en manos del estudio Mappa, su estreno está previsto para el 2020.
Satoshi Kon falleció el 24 de Agosto del 2010 en su casa de Tokyo, su mujer publicó en su blog una carta de despedida que había dejado para sus fans y conocidos.


Una enorme pérdida para el anime y el cine en general, se nos fue un hombre de una sensibilidad y talento extraordinarios. Solo espero que este pequeño homenaje haya servido para acercarlo un poco al público que aún no lo conocía y como una forma de darle las gracias.
Gracias por sus historias tan humanas, por sus personajes tan entrañables, por su humor, por su imaginación, por la belleza de sus imágenes, y sobre todo por compartirlo con nosotros.
 Gracias por todo maestro.
Y hasta siempre.

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